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Lenguaje inclusivo: desafío para el periodismo joven

¿Cuáles son los orígenes del debate por el lenguaje inclusivo? ¿Alcanza hoy con incorporar la “e” alcanza para dejar de invisibilizar a las identidades que están fuera de las normas binarias de género? ¿Qué otras estrategias se pueden implementar desde el periodismo? Aquí algunas respuestas posibles.

 

Por Alejandra M. Zani*

 

Esta nota toma como punto de partida la idea acuñada por el filósofo Paul B. Preciado en su libro Manifiesto contrasexual (Anagrama, 2011) en donde afirma que el sistema sexo-género es un sistema de escritura socialmente construido y estructurado en torno al pensamiento bicategorial (mujer-varón). En este sentido, se entenderá a la lengua como un campo de pugnas por la (des)estabilización de ese sistema que (re)produce desigualdades de género ya que está construido, desde sus cimientos, por una base sexista que tiende hacia la cisheteronormalización(1). Es por esto que en esta nota se utilizará la “x” como una forma de visibilizar la diversidad de cuerpos, identidades y subjetividades que históricamente fueron negados e invisibilizados en la práctica periodística.

 

Breve historización (o acerca de por qué el lenguaje inclusivo no es una moda)

 

Hacia fines del año 2018, el debate acerca de la adopción del lenguaje inclusivo llegó a la agenda de los medios de comunicación hispanohablantes de la mano de una fuerte demanda social por la visibilización de la desigualdad de género estructural que gobierna la lengua con la que se habla diariamente.

Esta demanda tuvo su contracara más conservadora a través de la reacción de los miembros de la Real Academia Española (RAE), quienes se expresaron públicamente a favor de respetar una suerte de “lengua neutra” que es el “verdadero lenguaje español”, como lo expresó en su Twitter Arturo Pérez Reverte, miembro de la RAE. Quienes optan por esta postura, entienden por “lengua neutra” a la universalización del genérico masculino “o” -que no solo niega y minimiza la presencia de las mujeres, sino también de las diversidades- y no contemplan que esta masculinización del lenguaje, así como llamar a este uso “neutro”, es una operación tan política como aquella que decide incorporar la “e” o la “x”.

Actualmente, el debate parece haber dado un nuevo giro. En la RAE, cambiaron los directivos y cambió la postura frente al lenguaje inclusivo. En el marco del 8ª Congreso Internacional de la Lengua Española celebrado unos días atrás en la ciudad de Córdoba, Argentina, el actual director de la institución, Santiago Muñoz Machado, se mostró permeable a considerar la utilización de la “e”. “Constataremos cómo evoluciona esto y si fuera el caso de que se consolida, se estabiliza, el uso se hace habitual, se hace general, la RAE estará muy contenta de incorporarlo”, sostuvo Muñoz en una nota con Infobae.

Aunque popularizado en Argentina por los discursos de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien se refería a su audiencia tanto en masculino como en femenino, la batalla por la adopción del lenguaje inclusivo data de mucho antes. Por ejemplo, podría nombrarse a la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana escrita por Olimpia de Gouges en 1791, para quien los derechos debían extenderse no solo a los ciudadanos, sino también a las ciudadanas. En ese contexto y a sus 40 años, todavía con el calor de la revolución francesa, la autora fue condenada a la guillotina por ser considerada feminista y revolucionaria.

En nuestro país, el lenguaje inclusivo comenzó a generalizarse en el ámbito de la militancia LGBTTIQ+ en la década de 1970. En una primera instancia, los transfeminismos intentaron visibilizar la universalización del genérico masculino para hacer notar su construcción política funcional a los fines de la dominación del sistema patriarcal. Y del sistema capitalista, si se extiende que la lucha de género no puede concebirse por fuera de la lucha de clases. En este recorrido se encuentra, también, la propuesta del uso del (*) planteado desde el activismo intersex, con Mauro Cabral como su principal precursor.

Finalmente, esta batalla por la incorporación del inclusivo culminó en la adopción de letra “e” frente a la “x” debido a la imposibilidad de nombrar a esta última en los discursos públicos. La “e” fue rápidamente incorporada entre sectores jóvenes y adolescentes para marcar su ruptura frente a una lengua que parece haberse construido sobre las bases (al mismo tiempo que parece haber construido las bases) de la heteronorma. Este breve paneo por este recorrido bastará para decirlo: el lenguaje inclusivo no es una moda.

 

De la teoría a la práctica: algunos casos paradigmáticos

 

¿Cuál ha sido la primera acción-reacción de los medios masivos de comunicación respecto a este tema? Para los diarios Perfil (2), La Nación (3) y Clarín, la última palabra la tiene la Real Academia Española. En estos tres medios argentinos, que elegimos tomar como ejemplo por ser masivamente conocidos y de alcance nacional, la noticia principal que asomaba en sus portales de internet en torno a la discusión de este tema durante los meses de noviembre y diciembre del año 2018 fue que la RAE había publicado un nuevo “Libro de estilo de la lengua española” en donde rechazaba, por tercera vez, la inclusión de la “e”, la “@” o la “x” para indicar el género. Ese mismo año, otras palabras fueron aceptadas: Yutubero, Wasap y Tqm.

El diario Clarín llegó a titular con una cita del académico español Álvarez de Miranda “La RAE: ‘Si se aplicaran estrictamente las directrices propuestas en las guías de lenguaje no sexista, no se podría hablar’” (4), en una nota cuyo primer párrafo se preguntaba: “¿Alguien esperaba que la Real Academia Española saliera corriendo a escribir “chiques” y celebrar el lenguaje inclusivo? Pues no lo ha hecho, claro”. Con esto se intenta remarcar la respuesta final que no da lugar al pensamiento reflexivo del lector: ese último “claro” cierra el sentido y cristaliza la opinión del medio, ya que se trata de una nota sin firma personalizada.

Ahora bien, todos estos periódicos también llamaron a especialistas en la temática a quienes entrevistaron para hablar acerca de la importancia de la incorporación del lenguaje inclusivo en sus discursos. Por su parte, diario Perfil tuvo la iniciativa de incorporar a su equipo a Diana Maffía, fundadora de la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología y de la Asociación Argentina de Mujeres en Filosofía, para que el periódico contara con una mirada transversal que pudiera orientar a sus redactores en temáticas de género. Aun así, ninguno de ellos ha sido capaz, todavía, de introducir la utilización de la “e”, la “x” o la “@” en sus redacciones diarias, ni en los títulos ni en los cuerpos de la nota, ni siquiera en aquellas que hablan específicamente de temáticas LGBTIQ+.

(Nota publicada en el portal del diario Clarín el día 10/12/2018)

 

En esta imagen podemos ver una noticia del diario Clarín publicada en noviembre  en donde se hace referencia a una temática de refugiadxs LGBTIQ+ en Argentina, a quienes no solo se les atribuye el genérico masculino cuando en el cuerpo de la nota se agrega el testimonio de lesbianas y mujeres trans, sino que en su título confunde lo que debería ser su orientación sexual o identidad de género y se los reemplaza por el repetido uso de “condición sexual”, un error común que podría ser fácilmente evitado y que lleva nuevamente a la masificación de un término reificado de la medicina tradicional que históricamente se puso al servicio de los discursos que oprimieron a las sexualidades.

Diferente es el caso de otros medios como la Agencia Presentes, un medio online dedicado específicamente a publicaciones vinculadas a temáticas LGBTIQ+ con una perspectiva de Derechos Humanos. Esta agencia no solo incorpora el lenguaje inclusivo como uso corriente en la mayor parte de sus noticias, siempre que así lo amerita, sino que también ha logrado dar voz y trabajo a personas trans travestis para que colaboren en el medio a través de la narración de su propia experiencia y del modo en el que ven, entienden y absorben lo que ocurre en la sociedad y en la cultura.

En esta misma línea Página 12, también de tirada nacional, no solo ha realizado históricamente una militancia continua por los Derechos Humanos sino que desde 2008 cuenta con un suplemento dedicado exclusivamente a socializar temáticas referentes a la diversidad sexual y a actividades de la comunidad LGBTIQ+, el suplemento Soy, así como otro dedicado específicamente a las temáticas y luchas de los feminismos, Las12. Este periódico ha logrado expandir la utilización del lenguaje inclusivo en sus notas desde estos suplementos hacia el resto del diario, hasta llegar a escribir una nota de opinión utilizando la “e” para referirse a “les desaparecides” de la última dictadura cívico-militar argentina.

(Nota publicada en el portal del periódico Página 12 el día 26/03/2019)

 

Llegado a este punto, queda claro que el lenguaje, tal y como lo aprendimos y lo venimos usando hasta hoy, no es un “lenguaje neutro” frente a otro politizado, como lo describen los miembros de la RAE, sino que es un lenguaje que reproduce un sistema de pensamiento bicategorial, cisnormativo y heteronormativo que, en última instancia, invisibiliza a las mujeres y a las diversidades. Es, por lo tanto, un lenguaje tan políticamente construido como el otro, que responde rechazando esa construcción heteropatriarcal de las cosmovisiones del mundo. Si esto no se pone en cuestión, la reproducción del genérico masculino seguirá fortaleciendo la normalización de esta invisibilización, así como seguirá reforzando la exclusión de la narración de las identidades de género abyectas, sus modos de vida, sus pensamientos y sus historias, hacia los márgenes de los discursos que circulan en nuestra sociedad.

 

Herramientas para un periodismo inclusivo

 

En medio del debate “lenguaje inclusivo sí o lenguaje inclusivo no”, el trabajo del periodismo es, en primera instancia, dejar de lado el presupuesto que parte de la idea de que el lenguaje, tal y como lo usamos diariamente, no es político y no opera estratégicamente para la construcción discursiva del -y por lo tanto, del sentido que le damos al- mundo que nos rodea.

En segundo lugar, es tarea de lxs periodistas salir a la calle y ver cuál es el reclamo y la lucha de los transfeminismos y de la militancia LGBTIQ+ cuando piden que se incorpore y se visibilice a estas identidades históricamente acalladas para no banalizar el tema ni transmitir información errónea.

Por último, es preciso que esta información que lxs periodistas recogen de las calles, de las entrevistas y los testimonios de las luchas, de la bibliografía utilizada para profundizar en el conocimiento de este pedido en Argentina y en otros países, sea traducida fielmente, con datos precisos y del modo más entendible posible, de modo que los lectores puedan comprender el tema del que se les habla sin por eso caer en la simplificación de todas las contradicciones que lo atraviesan.

Para empezar, estos son algunos lineamientos que los medios de comunicación deben tener en cuenta a la hora de redactar sus contenidos para avanzar hacia un periodismo más inclusivo.

 

  • Evitar referirse a la humanidad como “el hombre”.
  • Evitar borrar a las mujeres de los puestos de trabajo: “los panaderos”, “los abogados”, “los arquitectos”.
  • Reemplazar las formas masculinas como impersonales universales: “Juntos venimos bien”.
  • Si se realiza una entrevista a una persona y se desconoce cómo se autopercibe, preguntarle.
  • Reemplazar algunos usos convencionales del genérico masculino por usos incluyentes: “Los niños” por “Las infancias”; “El que calla otorga” por “Quien calla otorga”; “Los ciudadanos” por “La ciudadanía”; etc.
  • Cuando se trate un contenido que involucra tanto a varones como a mujeres, utilizar el desdoblamiento del lenguaje: ciudadanos y ciudadanas, todos y todas, refugiados y refugiadas.
  • Si no hay espacio suficiente para el desdoblamiento en el cuerpo del texto (problema con el que se topan muchos periodistas a la hora de responder a los límites de caracteres del formato en papel), optar por palabras no marcadas: periodista, estudiante, pareja, cónyuge, etc.
  • Si se tratan temáticas específicas de diversidad sexual, interiorizarse acerca de las luchas de cada colectivo: el uso del * para la militancia intersex, el uso de la x o la e para las personas no binaries, el uso del @ en contextos virtuales.

 

Finalmente, si para Valeria Flores el lenguaje es “un estratégico campo de batalla, un sitio de pugnas en torno a los modelos de (in)inteligibilidad del mundo, de los mundos” y, por lo tanto, “en su territorio se despliegan las máquinas de saber/sentir/hacer que modelan una determinada relación entre el conocimiento y el mundo” (5), ¿a qué nos referimos cuando hablamos de avanzar hacia un periodismo inclusivo? ¿De qué manera dar batalla para ampliar las prácticas del periodismo hacia las identidades que hasta ahora ignoró?

Los modos de dar esta pelea son múltiples. Siguiendo lo expuesto por la periodista santiagueña Carolina Balderrama en una nota que publicó en este mismo medio acerca del periodismo con perspectiva de género, estas estrategias van “desde ‘militar’ una nota, hasta discutir una imagen o título. Dar pequeñas batallas para que algunos de los temas entren en las agendas, y no como algo de color. Tratas de que no sea lo primero que se descarta, lo discutes todo, insistes para que salga la nota”. Esto es así porque las batallas del feminismo son, hoy también, las de los transfeminismos y la inclusión del género en agenda ya no se ciñe a la visibilización de una feminidad blanca y hegemónica, sino a la narración de una multiplicidad de identidades autopercibidas por fuera de la norma binaria del género.

 

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Notas

*La autora es periodista. Docente e investigadora en distintas universidades argentinas. Máster en Periodismo y Licenciada en Comunicación. Ha sido redactora del diario El Mundo, en España y fundadora del portal La Primera Piedra.

(1) Entendemos aquí a la cisheteronormatividad como un régimen impuesto en la sociedad, en ámbito político y económico que impone las relaciones sexual-afectivas heterosexuales y cisexuales mediante diversos mecanismos médicos, artísticos, educativos, religiosos, jurídicos, etc. y mediante diversas instituciones que presentan la heterosexualidad como necesaria para el funcionamiento de la sociedad y como el único modelo válido de relación sexoafectiva y de parentesco.

(2) https://www.perfil.com/noticias/actualidad/rae-real-academia-espanola-rechaza-lenguaje-inclusivo.phtml Última revisión: 25-03-2019

(3) https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/la-rae-volvio-rechazar-lenguaje-inclusivo-pero-nid2196881 Última revisión: 25-03-2019

(4)  La RAE: “Si se aplicaran estrictamente las directrices propuestas en las guías de lenguaje no sexista, no se podría hablar”. Link:

https://www.clarin.com/cultura/rae-aplicaran-estrictamente-directrices-propuestas-guias-lenguaje-sexista-podria-hablar_0_vkzDSKpEl.html Última revisión: 25-03-2019

(5) FLORES, V. (2013): Interruqciones. Ensayos de poética activista,  Neuquén, La Mondonga Dark, p. 78