Rogelio Llapur: periodista deportivo

Hace 25 años es la cara del principal programa político de la televisión santiagueña, pero hinchas, futbolistas y colegas lo reconocen como la mejor voz que tuvo el relato deportivo en la provincia. Su voz se escucha en la radio desde 1969. Pasó por las emisoras más importantes y relató para todo el país la final del mundial 78. Conocé su historia.

 

Por Lucía Salvatierra y Juan Manuel Domínguez

 

El sueño de Rogelio Llapur era ser locutor. En 1969, con apenas 19 años, logró ingresar a un medio de comunicación. Fue  en LV11 leyendo el servicio de noticias. Si bien era un paso valioso dentro del ámbito periodístico, no era exactamente lo que el soñaba hacer dentro de la radio.

La vida de Rogelio Llapur es una historia donde abundan las casualidades y los golpes de timón. Casi de casualidad fue que, de leer los noticieros, se convirtió en relator y periodista deportivo.

Hasta la década del 70, LV11 Radio difusora de Santiago del Estero había sido la única radio de Santiago. Pero en esos años acababa de aparecer la filial santiagueña Radio Nacional y debía empezar a inventar nuevas estrategias para conservar su público. Parte de esa estrategia era fortalecer las coberturas deportivas, que tradicionalmente habían sido un fuerte de la emisora. La nave insignia era Radio Revista Deportiva, un magazine que se emitía todos los días de 20 a 21, y se convertiría en un ícono de la radiodifusión en Santiago del Estero. Era una manera de sumar la cobertura de deportes durante toda la semana, más allá de las transmisiones de los fines de semana.

En esos años, los aspirantes a relatores practicaban los relatos de futbol y luego se presentaban con un audio grabado como prueba para ofrecerse y entrar al equipo deportivo de LV11. Rogelio, que sólo leía noticieros, era un apasionado del fútbol y sólo iba a la cancha a ver los partidos. Especialmente a la cancha de Güemes, del que toda su vida fue hincha.

En uno de esos domingos de futbol,  se encontró en un partido con sus compañeros de radio que hacían la transmisión. En el entretiempo Rogelio se acercó y quiso experimentar como lo hacía  él. Tomó el micrófono y grabó un relato de toda la etapa complementaria. A mediados de la semana siguiente, recibió un llamado de la dirección de la radio. En una mesa junto al director, el gerente de programación y el de publicidad, le contaron que habían escuchado la grabación, y que al domingo siguiente se encargaría del relato oficial de los partidos.

El primer partido que le tocó relatar a Rogelio fue el duelo entre la Liga Santiagueña  de Fútbol contra el combinado de la Liga Tucumana de fútbol, una confrontación de selecciones que era muy tradicional en aquella época.

En el siglo XXI los relatores deportivos trabajan desde cabinas herméticas, con aire acondicionado y conexión a internet. Pero hace cuarenta años, las transmisiones se hacían con los locutores y comentaristas apostados en una mesa pequeña al costado de la cancha y a la intemperie.

El debut de Rogelio no fue muy bueno: se perdió de relatar el primer gol de su carrera. La pelota ingresó en el arco, pero desde a distancia el novato relator no pudo ver la trayectoria y entendió que no había gol porque el arquero llegó a sacarla. Pero el árbitro convalidó la jugada y Rogelio, que no pudo gritar el primer gol que lo tuvo como relator, no tuvo  más remedio que pedir disculpas y decir que la pelota había entrado.

 

¡Dale Llapur, haceme la gauchada!

 

Después de aquel debut, y antes de pasar mejores momentos, Rogelio tuvo otro episodio difícil. Un domingo al finalizar uno de los partidos en la cancha de Central Córdoba, un grupo de veinte hinchas lo arrinconó contra una pared en la esquina de San Martin y Granadero Saavedra. El líder de la barra encaró al relator y le dijo que estaban molestos porque no se sentían respetados ni escuchados por la dirigencia del club, y que querían contarlo. Llapur accedió a invitarlos a Radio Revista Deportiva.

Así fue que cinco hinchas de aquel grupo fueron al estudio de la radio, y salieron al aire contando su situación. Los hinchas se volvieron amigos de Rogelio y terminaron inventándole una canción. Desde entonces, de tanto en tanto, se escucha el canto en la tribuna: “Che Llapur, haceme la gauchada, decilo por la radio, Central tiene su hinchada”.

Todos los días había algo diferente y todos los días surgían nuevos desafíos. En el año 1976 llegó una propuesta  desde la filial jujeña de Radio Nacional. Por ese entonces, Jujuy tenía al Club Gimnasia y Esgrima y al Club Ledesma jugando en el antiguo Torneo Nacional, en contrapartida de un Santiago del Estero que no tenía representantes en ese ámbito. Querían hacer transmisiones más grandes e importantes, y tentaron al joven relator. Llapur aceptó la propuesta y durante varios domingos, su voz se hizo conocida y escuchada en el norte argentino, no solo con los representantes antes mencionados sino también transmitiendo los partidos de la Selección Argentina de Fútbol.

Pero Rogelio extrañaba Santiago del Estero y tras vivir un año en Jujuy, retornó a su pago con un bolso lleno de experiencia y algunas nuevas ideas para renovar la radiofonía santiagueña.

 

Llegar al mundial

 

“Creo que todos los periodistas deportivos, que estamos en el ambiente del fútbol, soñamos con relatar a nuestro equipo – dice Rogelio Llapur recordando sus anhelos de juventud –  relatar una final importante, o cubrir un Mundial”.

 

Y los sueños a veces se cumplen. En 1977 Rogelio Llapur comenzó a relatar los partidos de la selección argentina durante las eliminatorias, y al año siguiente su voz llegó al cielo de los periodistas deportivos.

Todo comenzó cuando ARPA, la Asociación de Radiodifusoras Privadas Argentinas, realizó una convocatoria a locutores para relatar los partidos del mundial. Noventa  radios de todo el país enviaron sus casetes con el audio de sus mejores voces, sabiendo que sólo se elegirían cinco. A sus 28 años, Rogelio Llapur fue uno de ellos.

Sentado en su oficina de Radio Panorama cuarenta años después de aquel mundial, Rogelio recuerda cómo fue que le tocó relatar, para todo el país, el partido más importante de todos.

“Recuerdo el cabezazo en el palo de Dick Nanninga (Holanda) cuando faltaban 30 segundos para que termine el partido, íbamos ganando 1-0 y él puso el 1-1  lo que hizo que se disputara un tiempo suplementario. Con esa jugada me quería morir, es algo que lo tengo grabado. Al igual que al gol que más lo sentí en ese momento que fue el de Daniel Bertoni, el tercer gol, lo que permitió sellar el resultado y certificar que éramos campeones del mundo”.

 

¡La voz que tenía!

 

Pablo Federico Díaz, además de ser un asiduo oyente radial, es un apasionado hincha y ex futbolista. Tuvo su paso clubes como Mitre, Güemes, Sarmiento de La Banda, Estudiantes del Barrio Huaico Hondo y Agua y Energía de la Banda. Pero no solamente a nivel provincial se basa su trayectoria sino  también a nivel nacional, pasando por el Club Atlético Tucumán, Platense de Buenos Aires y siendo  el mejor jugador del interior en el año 1971. Sin embargo, el club donde más se lo recuerda es Central Córdoba, donde es casi una leyenda por su cuota goleadora.

Desde el ‘Ferro’ fue vendido a Racing Club de Avellaneda, teniendo el privilegio de compartir cancha con compañeros como Quique Wolf, el Pato Filliol, el Chango Cárdenas, entre otros.

En aquel tiempo, Díaz fue entrevistado varias veces por Rogelio Llapur, y con el tiempo se volvieron amigos. En el comedor de su casa, rodeado de recortes periodísticos de su pasado futbolístico, recuerda: “Los relatos de hoy en día no son comparables con los de antes, donde se le ponía mucha pasión, a pesar no tener simpatía por un equipo que te tocaba relatar. Y Rogelio ha sido un maestro del relato deportivo. Alguien inigualable dentro de su género en Santiago del Estero”.

Cuando recuerda su voz no se imagina otra voz igual, y la emoción vuelve a aparecer, agregando enfáticamente: “Los relatos que hacía él era de esos periodistas que relataban bien, que vos lo escuchabas en la radio y te daban esas ganas de escuchar más y también te daban ganas de ir a la cancha”.

Rodeado de esos recuerdos, uno de los últimos ídolos del fútbol santiagueño recuerda también que su esposa grababa los relatos radiales de Rogelio Llapur mientras Pablo jugaba en la cancha. Y a volver escuchaban las grabaciones y volvía a vivir cada jugada, cada cruce, cada gol. Y esa era la voz de Rogelio Llapur.

 

Aparecen admiradores

 

José Llarul fue interventor del Club Atlético Mitre en los años 80 y actualmente está jubilado. En sus tiempos de escuela secundaria y en los pasillos del Colegio Nacional, tuvo la oportunidad de ser compañero de Rogelio y es otro de los admiradores de su voz tan destacada.

Llarul relata con emoción que, en todo evento relacionado al colegio, Rogelio tomaba la batuta en eventos como estudiantinas, kermeses y actos patrios. Era siempre el conductor y desde muy chico su vocación y su pasión por el micrófono.

El escribano José Ricardo Giménez, ex-presidente del Club Estudiantes de Huaco Hondo destaca el énfasis, la pasión y la profesionalidad con la que se manejaba Llapur a la hora de relatar un partido de fútbol.

Giménez resalta que fue y es una de las voces del fútbol santiagueño, muy difícil de igualar, sobre todo, por el timbre sonoro y esa emoción que le imprimía en cada uno de sus narraciones radiales.

 

Compañeros desde chicos

 

A principios de los 70 LV11 acababa de privatizarse y comenzaba una etapa completamente renovada. Tenían que buscar un relator, y los que llegaron para trabajar eran todos nuevos. Tanto, Rogelio como Juan Manuel Carabajal, quienes estaban cursando el tercer año de sus carreras, el primero en ciencias económicas y el segundo en abogacía, empezaron a ejercer juntos el periodismo en LV11.

Y practicaban grabando sus propios relatos. Tenían un grabador con el que iban a la cancha del Club Unión Santiago, por calle Ejército Argentino, donde había un eucalipto que servía de sombra. Y allí colocaban una mesita debajo de ese árbol y así podían trasmitir el partido, al aire libre y escuchando  todo lo que los hinchas les gritaban. Luego volvían a la radio y escuchaban la grabación junto al director o el gerente, que en ese momento, en caso de que no les gustase o  si había algo que agregar o corregir, al otro día tenían que volver a ir a otra cancha para hacer las correcciones.

 

“Juancho” Carabajal fue uno de los compañeros inseparables de Llapur. En las prácticas que duraron más de un año y medio, en las transmisiones oficiales y en Radio Revista Deportiva. Viajaron muchas veces juntos, para poder cubrir los partidos de la selección argentina los domingos en cancha de Boca Juniors.  Muchas veces tenían la mala suerte de no conseguir boletos de avión, colectivo, o tren. Y alguna vez pidieron prestado un Fiat 128 para poder cumplir con su trabajo y regresar a tiempo para continuar con el programa radial.

 

Cambio de lugar, cambio de perfil

 

A finales de los ochenta, con la aparición de las radios FM, el equipo casi completo de Radio Revista Deportiva se mudó a Radio Exclusiva, que era por entonces la radio líder en Frecuencia Modulada. Aquella emisora era propiedad de la familia Cheein. Rápidamente Rogelio se ganó la confianza de los dueños y al poco tiempo se convirtió en director de la emisora, que estaba en sus primeros años de vida. Llapur seguía haciendo periodismo deportivo, pero los propietarios de Exclusiva le pidieron que se sentara en la mesa de actualidad de la mañana para controlar a sus periodistas en una mesa de debate que incluía a dirigentes políticos de distintos sectores. Y allí empezó a intervenir sobre temas más allá del deporte.

Una tarde de 1994, Llapur recibió una llamada de Néstor Ick, dueño de Canal 7, que lo citó en su oficina:

_Vos sabes que Domingo Schiavoni va a ser candidato a diputado_ le dijo el empresario _No puede seguir conduciendo Libertad de Opinión. Yo te ofrezco que te hagas cargo vos y conduzcas vos el programa.

Libertad de Opinión era el programa más importante de la televisión santiagueña. Después del Santiagueñazo Schiavoni se había vinculado al frente Vamos Santiago, que se impulsaba desde el menemismo para competir en las elecciones de 1995 luego de la intervención federal. Pero Llapur no quiso saber nada:

_No doctor, usted está equivocado_ le dijo a Ick _Perdóneme pero se equivocó de persona. Yo soy un periodista deportivo que por una circunstancia muy especial tengo que conducir un programa político, pero yo no soy un periodista político de ninguna manera, menos para un programa como Libertad de Opinión.

_Yo te vengo siguiendo por radio_ insistió Ick _Yo no necesito un necesito un periodista político. Yo necesito un hombre con sentido común.

Llapur se negaba, pero tras cuatro meses de insistencia, aceptó pasar a la televisión. Así, la mejor voz de la radio santiagueña, un hombre con sentido común que no era periodista político, se convirtió en la voz del principal programa político de la televisión. Donde ya lleva 25 temporadas ininterrumpidas. Aunque su historia ya es otra, en el mundo del fútbol nadie olvida al relator.

 

Material producido en la cátedra de Historia de los Medios. Docente a cargo: Ernesto Picco